Con respecto a otros países occidentales España demostraba un atraso económico. Se puso en marcha el cultivo de nuevas tierras pero desembocó más en el aumento de la producción que de la productividad.Hubo una maximización de las rentas que se baso en la mano de obra abundante y barata y la presión sobre los salarios con la subsiguiente demanda interna bajo mínimos y falta de innovaciones técnicas.
Los recursos mineros en los que España era rica (hierro, plomo, cobre, mercurio) entraron en una acelerada explotación en el último cuarto de siglo, pero no trajeron como consecuencia un desarrollo industrial paralelo en estas áreas, con la posible excepción del País Vasco. Se produjo un incremento colosal en la demanda ferroviaria. Los promotores de empresas eran una pequeña minoría, siempre limitados por la escasez de recursos y la ausencia de una red bancaria articulada. En resumen, atraso técnico, escaso excedente y baja productividad, distribución negativa de la renta, extensión de la renta, deficiencias de la red bancaria y control de recursos básicos por parte del capital extranjero, conforman los frágiles cimientos sobre los que se asienta el edificio industrial, resuelto a través de estructuras artesanales y de empresas familiares en condiciones de autofinanciación al abrigo de un régimen de protección arancelaria hasta las tímidas correcciones de 1869. Los costes materiales de la guerra fueron cuantiosos, pero notablemente inferiores a los sufridos por Italia y Alemania en la Segunda Guerra Mundial.
La autarquía fue el modelo económico de la dictadura durante los años cuarenta. La autarquía puso en marcha irreales proyectos industriales, sobre la base de un fuerte intervencionismo estatal dedicado a promover aquellas industrias y sectores definidos de interés nacional, para ello se creó en 1941 el INI –Instituto Nacional de Industria- que impulsó el establecimiento de numerosas industrias públicas, cuyos criterios no fueron siempre los de rentabilidad y viabilidad económica. El intervencionismo sobre el comercio exterior, mediante el sistema de licencias de importación y exportación, foco de prebendas y favores, alimentó una de las características del modelo económico de la dictadura, la corrupción económico-política, que durante los años de la autarquía encontró en el estraperlo, nombre popular del mercado negro, uno de los elementos básicos de funcionamiento de una economía estancada, ineficiente y lastrada por una corrupción generalizada. En el sector agrícola la creación del Servicio Nacional del Trigo, lejos de garantizar el abastecimiento alimenticio, favoreció con su rígido intervencionismo el mercado negro. Las bases del crecimiento económico de los años cincuenta se sustentaron en la ayuda norteamericana –unos 1.200 millones de dólares de entonces-. Pieza clave fue la firma del tratado bilateral con los EE. UU.
En 1953, que facilitó las importaciones básicas para el despegue industrial. El fin de la política autárquica fue el inicio de un lastrado proceso de liberalización económica. El crecimiento económico de los años cincuenta provocó dos notables desajustes que se agravaron con el paso de los años, en 1957 las reservas exteriores estaban exhaustas y la inflación desbocada –la Renta Nacional apenas había crecido un 5% y la oferta monetaria lo había hecho por encima del 20%-. La espiral inflacionista y el desequilibrio de la balanza de pagos obligaron a la aprobación en julio de 1959 del Plan de Estabilización. El crecimiento económico de los años sesenta y principios de los setenta, conocidos como los años del desarrollismo, fue posible por la combinación de cuatro grandes factores: la espectacular recuperación y posterior crecimiento económico de los países de Europa occidental fue una válvula de escape para la población activa española, cerca de dos millones de trabajadores emigraron en esos años, que alivió las tensiones del infradesarrollado mercado laboral español; a la vez las remesas de los emigrantes se convirtieron en una importante fuente de divisas que ayudó decisivamente a compensar la siempre deficitaria balanza de pagos española. Por otra parte, las sociedades del bienestar europeas alentaron el crecimiento económico español mediante la aparición del turismo de masas, que encontró en el clima y los bajos precios españoles un para el descanso vacacional de millones de trabajadores europeos, convirtiéndose en uno de los principales motores del desarrollismo, mediante las divisas ingresadas y el impulso del sector de la construcción, uno de los sectores más dinámicos y corruptos de la economía española. Finalmente, el milagro europeo, esta vez en unión de los EE.UU., posibilitó el cuarto pilar del crecimiento español, constituido por la inversión extranjera, pieza básica en el crecimiento industrial de la época, a pesar de todo rehén de las tentaciones intervencionistas de la dictadura que nunca llegaron a desaparecer.
Los pilares sobre los que se asentó el crecimiento de los años sesenta mostraron dramáticamente su fragilidad unos años después cuando estalló la crisis económica de los años setenta.Emigración, turismo e industria fueron los tres parámetros sobre los que se asentó el crecimiento de la economía española de esos años. Entre 1965 y 1973 el producto industrial creció cerca de un 160%, duplicando la productividad, merced a la importación de capitales y de bienes de equipo, estas últimas crecieron a un ritmo del 20% anual, mientras las exportaciones de bienes manufacturados sólo lo hicieron a un ritmo del 14%, favorecidas por la expansión de la economía mundial de esos años. Crecimiento industrial que se pudo sostener en gran medida por la gran demanda insatisfecha del mercado interior. Entre 1960 y 1975 la economía creció a una tasa anual media del 7%. Fue un crecimiento económico con una escasa redistribución de la riqueza, fruto de un sistema fiscal enormemente regresivo, basado en los impuestos indirectos y las tasas.
A pesar de todo el crecimiento económico de esos años cambió irreversiblemente la naturaleza de la economía y la sociedad española, ingresando en el club de los países industriales. En la produccion agricola de España los principales cultivos son:trigo, cebada, remolacha azucarera (betabel), maíz, patata (papas), centeno, avena, arroz, tomates y cebolla. El país tiene también extensos viñedos y huertos de cítricos y olivos. En 2005 la producción anual (expresada en t) de cereales fue de 14 millones; de los cuales 3,8 fueron de trigo, 8,3 de cebada, 4 de maíz y 126.100 t de centeno. La producción anual de otros importantes productos era: 6,7 millones de toneladas de remolacha azucarera, 2,6 millones de patatas, 5,9 millones de uvas, 3,9 millones de tomates, casi 3 millones de naranjas, y algo menos de 1 millón de cebollas. En especial la ovina y la porcina, tiene una importante trascendencia económica. En 2005 la cabaña ganadera contaba con 22,7 millones de cabezas de ganado ovino, 25,1 millones de ganado porcino, 6,5 millones de ganado vacuno, 3 millones de ganado caprino, 240.000 cabezas de ganado caballar y 131 millones de aves de corral. En España se produjeron cerca de 32 millones de kg de miel en el año 2001España pesca el 60% de las capturas totales de la UE, casi 230.000 t, siendo el segundo productor mundial.
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